30 de Diciembre de 2012 | Córdoba / Cuadernos de la Biblioteca Córdoba - Año III, N° 8
La oscuridad de una idea brillante

Reseña de TRASFONDO de Patricia Ratto (Adriana Hidalgo Editora 2012)

LA OSCURIDAD DE UNA IDEA BRILLANTE

Por Federico Falco

“Trasfondo” es una de esas novelas que uno admira y teme. Todo al mismo tiempo, superpuesto y mezclado.

Mi admiración por “Trasfondo” se despierta ante el cuidado uso del lenguaje que hace Patricia Ratto, o ante la construcción de una tensión narrativa que alterna y dosifica calmas y arrebatos, o ante la maestría que tiene la autora para describir en dos trazos indelebles una serie de personajes de quienes sólo sabemos su jerarquía militar, su apellido, apenas algún dato y que, sin embargo, se quedan para siempre en la mente del lector. Polski y su baño sin agua, Torres grabando casetes para su novia, Grunwald que sabe que va a volver, que de alguna manera sabe y predice lo que pasa afuera.

Pero, sobre todo, lo que más admiro en “Trasfondo” es la que, seguramente, fue la idea inicial de esta novela: contar Malvinas desde el interior de un submarino. Basta sólo una serie de palabras para describir esa idea: “contar Malvinas desde el interior de un submarino”, pero esa mínima serie de palabras se vuelve luminosa. Ni bien la idea se dibuja en nuestra mente entendemos que lo que Patricia ha tenido es una idea genial: simple, directa, con el grado justo de alegoría y metáfora condensadas ya en el núcleo duro de la que será su historia.

Afortunadamente, además, Patricia supo llevar esa idea a buen puerto. Escribió una gran novela, un despliegue de tecnología narrativa sutil pero implacable, capaz de narrar la espera, y la ansiedad y la confusión de la espera, con maestría y detalle.

Por todas estas razones, “Trasfondo” despierta mi admiración. Y supongo que, sin todas estas razones, no despertaría también mi temor. Para mí, “Trasfondo” es también una novela temible. Y aquí debo confesar algo de carácter estrictamente personal. Antes de comenzar a leer “Trasfondo”, mi imaginario submarinístico era bastante feliz. Quiero decir, relacionaba a “submarinos” con infancia, con el Nautilus y las “Veinte mil leguas de viaje submarino”, de Julio Verne, con el submarino psicodélico y amarillo de los Beatles y con el también amarillo submarino en miniatura que Jacques Cousteau deslizaba al agua desde la cubierta de su barco, el Calypso. Además, en la imagen de portada de la versión que leí del libro de Verne, el submarino también era de un color entre amarillo y anaranjado y por esa sumatoria de cosas, cada vez que, antes de leer “Trasfondo”, pensaba en submarinos, pensaba en “amarillo”: un color que asocio con la alegría, la vitalidad solar, las meriendas de verano.

Leer “Trasfondo” fue un duro golpe a ese imaginario. Fue como una cachetada de realidad. En ese sentido, la lectura tuvo algo de ritual iniciático, como si su texto alucinado me abriera los ojos y me obligara a ver el mundo real, el submarino real, aquel que no está diseñado para halagar la infancia sino para la guerra. Porque “Trasfondo” no tiene una gota de amarillo. En “Trasfondo” domina la oscuridad de los mares profundos a los que no llega la luz de superficie, la luz ocre de baterías que nunca terminan de cargarse, el titilar de un punto verde sobre la opacidad gris de un radar. “Trasfondo” es oscuridad y encierro.

Fui leyendo esta novela de a poco, no tanto por falta de tiempo, sino para poder manejar el agobio que generaba en mí. Un agobio físico, real, una claustrofobia que nunca antes había sentido y que Patricia logra casi sin que uno se de cuenta: pincelada sobre pincelada, la sumatoria de detalles termina convirtiéndose en u nudo en el pecho.

Nunca estuve en un submarino de “verdad” y por eso no me es posible decir cuán mimético es el mundo que Patricia narra en esta novela, pero lo asumo totalmente fiel a su original. Más allá de eso, “Trasfondo” logra convertir al submarino en un espacio que es al mismo tiempo ataque y trampa, realidad y metáfora. Un espacio mítico, una burbuja sostenida en el vacío. “No nos ven, nadie nos ha visto, nadie nos ve, pero saben que estamos y piensan que podemos hacerles daño. Esta presencia nuestra algo fantasmal los pone nerviosos y nos buscan”, dice el narrador de la novela. Y yo siento que no sólo está hablando de este submarino en maniobras de guerra, sino también del centro mismo de esta novela: un centro que el lector no ve, pero que sabe que está. Y, sobre todo, el lector sabe que esa voz que proviene del interior del fantasma es peligros. Es una voz que puede hacerle daño.

No es algo fácil de lograr. Sólo la mejor literatura alcanza esas estridencias, esas emociones en el lector. “Trasfondo” está a la altura y un poco más.

* Texto leído en la presentación de la novela “Trasfondo” de Patricia Ratto en la Biblioteca Córdoba, el 11 de mayo de 2012.