por J. L. Andrade
“Trasfondo”, la nueva novela de Patricia Ratto, que publicó Adriana Hidalgo editora, y que viene teniendo gran repercusión, es una ficción basada
en una historia real: la de la campaña del submarino ARA San Luis en el conflicto armado de Malvinas, en 1982.
Una novela, casi toda novela, revela sus escenarios en la solitaria estadía de quien la escribe, es una realidad construida dentro de una realidad que a su vez se reconstruye con cada lector. En este acto de creación, creador y re-creador los roles están asignados de un modo inapelable. Pero más allá de la subjetividad del lector está la historia en sí, cómo ha sido dada, la estructura, los marcos donde ella se asienta y toma su realidad. En Trasfondo (Adriana Hidalgo, editora, 2012), la novela que Patricia Ratto nos narra de modo magistral, los escenarios, apenas esbozados, se desdibujan; acontece un poliedro donde cada cosa se refleja en la otra, necesita de la otra para ser. Pero a diferencia de los roles establecidos que se otorgan en la estructura creador – lector – lectura, aquí no se sabe quién o qué cosas han existido antes de otra, que realidad es la realidad. La única certeza es la guerra de Malvinas, un submarino con 35 hombres que surcan las aguas del Atlántico Sur en un viaje, una historia que se encuentra “tras el manto de neblina” como el que alude la canción patria.
La Historia del mundo tiene registrada la guerra de Malvinas de acuerdo a las necesidades políticas de cada país y éstas cambian y de ese modo reconfiguran los eventos. Nuestro país no podía estar ajeno a la reconfiguración de la historia y Malvinas ha ido sucediéndose como una llaga en el tiempo histórico de la Argentina.
Según Martín Kohan, autor de la contratapa: “una arraigada costumbre cultural nos habituó a pensar que en todo trasfondo se oculta siempre una verdad: la parte más sincera de la realidad del mundo. Pero Patricia Ratto se aparta de esa convención y explora una alternativa menos usual y más estimulante: en el trasfondo, en “Trasfondo”, aparecen las falsificaciones, el engaño, lo irreal. También lo imposible, también lo deseado, también lo temido; en resumen, la ficción. Acaso sea, en definitiva, la mejor manera de encarar un relato de guerra. Sobre todo si esa guerra es la guerra de Malvinas, en la que nada resultó tan verdadero como la falsificación, el engaño, la ficción, la irrealidad.” Pero en Trasfondo todo es situaciones pespunteadas sobre el entramado de la historia real (esa llaga) que apenas se esboza y que no es más que la excusa para que Patricia nos inicie en la alocada irrealidad de un tiempo real pervertido desde sus orígenes (¿Qué hubo en nuestro país desde marzo del 76 hasta 1983 sino una realidad impuesta desde los medios masivos de comunicación y qué otra cosa fue la Guerra de Malvinas en abril de 1982 sino otra fase de esa irrealidad cotidiana?).
Trasfondo pivotea sobre una multiplicidad en que ficción y realidad se han confundido y donde hasta el valor semántico de la palabra se vuelve difuso, se retuerce en sí mismo, se desentiende del diccionario y nos obliga a pensarlo en otras latitudes, otros significados. Quizás no existe otra manera de encarar una realidad que al ser humano se le escapa, se le hace agua que lo rodea y apenas alcanza a comprender, del mismo modo que se encuentra sumergido en la guerra el submarino ARA San Luis, una guerra que no ve, que no comprende y que es real e irreal a un mismo tiempo en tanto que avanzan los días, las horas de inmersión. Y todo pasa y no pasa. Este es uno de los grandes aciertos de la novela la dosificación de aquello que sucede y no, la extraordinaria manera de narrar la espera. Y en ese pivotear también es arrastrado el personaje que cuenta la historia, quien pasa de la vigilia a lo onírico sin solución de continuidad, sin dar respiro a los lectores. Y este es otro gran acierto de la novela, no hay lugar donde descansar o, mejor dicho, el único lugar donde detenerse a respirar es en las grietas casi imperceptibles de la narración, en los saltos camuflados de tiempos y lugares y situaciones, y aún así corroe el aire viciado del encierro, las imágenes de torturas, las visiones de lo acontecido con el ARA Santa Fe, el otro submarino involucrado en Malvinas, hundido en un acto de sabotaje por los mismos marineros argentinos, entremezcladas a la realidad de un personaje omnipresente e inquietante.
Toda la novela se asienta, se sumerge, en un clima de claustrofobia donde el descanso obligado de los submarinistas no permite el sosiego del lector. Todo en Trasfondo es aislamiento: el narrador aislado en sí mismo, los 35 hombres aislados en el vetusto submarino comprado a Alemania, donde nada funciona ni funcionará, aislado a su vez en el mar frío, aislado de la guerra pero dentro de ella, sostenido apenas por el radar, ese ojo que puede abrirse para delatarlos o salvarlos; y toda esa realidad de ayer encerrada en la ficción de Trasfondo aislada ella en la realidad aislada del Proceso.
Como dijimos Trasfondo es un pespunteo sobre el entramado de una realidad que se desvanece apenas esbozada o, podríamos decir, continuando con la idea de aislamiento, que nuestra Historia, por lo menos esa parte que ahora contamos y que llamamos Guerra de Malvinas es jaqueada por la mano magistral de Patricia Ratto quien la sumerge en un trasfondo poliédrico, fantasmal, claustrofóbico.