07.01- La periodista y escritora local ganó el Primer Premio en cuentos en el Noveno Certamen Sol y Letras de narrativa y poesía de Editorial Baobab. Si bien el concurso se realizó en 2009, recién en los últimos días de diciembre de 2011 se publicó el libro ganador: “Alguien vino”. El Eco de Tandil dialogó con Mabel.
Desde que dejó la redacción de este Diario atrás quedaron sus crónicas nacidas en el seno del Palacio Municipal y los editoriales que pintaban la aldea tal cual, describiéndola con su pluma privilegiada. Y siguió escribiendo, comenzó a ganar premios y ahora está preparando una novela que, tal vez, vea la luz este año. Aún no habíamos podido leer sus cuentos plasmados en “Alguien vino”, que ganara el primer premio en cuentos en el Noveno Certamen Sol y Letras, felizmente llegó.
-Lo esperaba con muchas ganas y felizmente llegó a Tandil en los últimos días de diciembre pasado, aunque me dijeron que en Buenos Aires la distribución en las librerías fue antes, no sé…
-Cuéntenos del concurso.
-Envié en ese momento dos trabajos, “Te lo dije, jefe” y “El sueño” y el premio era la edición gratuita de 500 ejemplares de 64 páginas, para lo que envié los demás cuentos. De acuerdo a las bases, el plazo de entrega era de 180 días y luego 90 para la edición, total 9 meses. Pero por razones que no me explicaron -supongo que económicas-, la editorial demoró y recién me hizo entrega de los ejemplares –como le señalaba- en diciembre de 2011.
-¿Cómo se sintió cuando tuvo en sus manos la edición?
-A pesar de la tardanza, fue un lindo regalo de fin de año.Escribir, una necesidad visceral
-¿Es tan así que, tal vez por temas económicos, debieron achicar el volumen y quedó afuera la introducción? Si es así, ¿podríamos compartirla con los lectores?
-Fue una disposición de última hora de la editorial y justamente quedó afuera este texto: “No creo que pueda expresar algo sobre la vocación de escribir que ya no se haya escrito, que alguien no haya dicho con más autoridad. No lo haré. Pero puedo referirme a la pasión, a la necesidad visceral, al acompañamiento de criaturas que necesitan vivir su historia y acucian cada día, se hacen sentir y amar. Puedo exaltar la posibilidad de ingresar a un universo infinito que voy explorando y reconociendo a medida que me aventuro en él, en el que soy libre, del que a veces me cuesta regresar y del que siempre vengo enriquecida, saciada a medias, feliz o atormentada pero sintiendo que la vivencia valió la pena. Puedo tratar de explicar cómo siento que la vida es la que ha ido escribiendo en mi interior; allí queda todo registrado, cada sensación, cada experiencia, nada se pierde y cualquier información pude emerger en el momento preciso y dar vida a nuevos duendes. Creo que eso es lo maravilloso”.
-¿Qué decir después de esto?
-Le podría tratar de explicar lo que me pasa, ¿le parece?
-Adelante.
-Escribir ha sido mi lengua materna, el idioma en el que desde la escuela pude expresarme, cuando hablar me era difícil y dar forma a mis pensamientos me parecía una osadía. Después perdí la vergüenza, aprendí a batallar en la vida pero no tuve mucho tiempo para liberar a mis duendes y acumulé escritos que a veces publicaba o mandaba a concursos (con varios premios también) pero generalmente dejaba para cuando pudiera dedicarme exclusivamente a eso. Vana ilusión. Ahora trato de ganar un poco de terreno perdido, con la madurez de los años, con más reflexión, cincelando y puliendo cada texto casi obsesivamente. Me sumerjo cuando puedo, a veces en horarios extraños, en ese mundo donde encuentro el deleite de la aventura, la libertad de crear y viajar con la imaginación sin límites. Lo disfruto muchísimo, ha sido mi vocación desde que aprendí a leer y a escribir. Hace años que voy a talleres literarios, los últimos con Patricia Ratto que me han ayudado muchísimo con su apoyo y sus observaciones.Lo demás está en el libro, el primero.
-Nos contaba al comienza de la nota, sin grabador, que tenía más expectativas literarias.
-Sí, ya tengo otros dos preparados y veré si puedo publicarlos este año.
Dice Patricia Ratto sobre “Alguien vino”
Atravesando una variada gama que va desde el realismo a lo fantástico, los cuentos de “Alguien vino” configuran un territorio de exquisita ficción en donde nada falta ni sobra. Cada relato ha sido construido por Mabel Labordiva como una calibrada maquinaria discursiva que dosifica con precisión los indicios para que el lector avance, atrapado en su lectura, y descubra, finalmente, con sorpresa, la historia secreta que cada cuento encubre.
Policías, empleadas domésticas, chicos de la calle, árboles vivos, hormigas, astronautas, suicidas, personajes de historietas, habitantes de un conventillo, fantasmas, la señora Muerte, fans adolescentes, campesinos extraños, secuestradores, familias numerosas, fugitivos, artistas plásticos, estatuillas que desaparecen, viejas que espían a sus vecinos, un perro de tres patas y hasta el mismísimo Borges componen el variado universo de personajes que pueblan estos relatos.
Historias atadas al tiempo de su propia ficción, porque quizás, como dice uno de los personajes de este libro: “No tiene sentido la eternidad en un mundo de criaturas que no valoran el tiempo, que no tienen nuestras urgencias ni saben, siquiera, que la puerta existe”.
Sin embargo, la puerta existe y, en este caso, la autora le ha dado forma y consistencia, con la textura de un trabajado lenguaje. La puerta existe y posibilitará el acceso a un mundo diferente. Le queda a cada lector la decisión de aventurarse a abrirla.