Los talleristas que participan en la muestra son: Mili Machado, Berta Stutz, Marta Piñeiro, Cecilia Papini, Belén Marquestau, Luisa Concatti, Carolina Cordi, Verónica González, Mabel Labordiva, Jorge Pedro, Rubén Specogna y Claudio Caputo.
-¿Cómo surgió la idea de armar esta muestra de fotos y textos?
Patricia Ratto: -Particularmente, siempre me interesó el cruce de artes, el encuentro de artistas. La escritura puede nutrirse de otras disciplinas y salir muy beneficiada con esos intercambios. Asimismo, el diálogo con otros artistas también es interesantísimo, ya que a veces hay muchas cuestiones del proceso creativo que se comparten y otras que son diferentes. Todo esto, en cierta medida, es algo que ayuda a seguir pensando la escritura de literatura. Por eso, más allá del interés y el trabajo personal que hago en este sentido, también promuevo, desde el taller de escritura que dicto, el diálogo de los talleristas con otras artes: la escultura, la plástica, la música, en este caso la fotografía.
En cuanto a la idea de hacer esta muestra con Claudio Caputo, surgió porque Claudio comenzó a asistir este año a mi taller y, como nos contó que hacía fotografía, le pedimos que trajera algunas de sus obras. A todos nos gustaron muchísimo y de inmediato le propusimos hacer algo en conjunto.
Claudio Caputo: -Compartí las fotos con Patricia Ratto en el espacio de su taller literario. Patricia gusta de la fotografía, le gustaron mis fotos, y me propuso la idea de conjugar imágenes y palabras a partir de la posibilidad concreta de la evocación y la resignificación, como un juego de voces y sensibilidades.
-¿En qué consisten las imágenes?
C.C: -Las fotos reseñan una circunstancia de intuiciones. Son, o persisten en significar, la parcialidad significante de cierta realidad, a partir de un enfoque ensimismado en lo que se logra ver. Gravitan alegóricamente las posibilidades de una ventana; la revelación infinita de una flor; la sombra sin hombre, o lo que queda de él; la calamidad del espejo, su imitación y su invitación.
-¿Cómo respondieron los alumnos a la propuesta?
P.R: -Con enorme interés. No es la primera muestra que hacemos con otro artista; por citar un ejemplo, hace poco más de un año hicimos una con Juan Modaffari. La organización de una muestra colectiva, con las características de ésta que estamos por inaugurar, requiere un tipo de escritura particular, con determinadas condiciones para que todo funcione armoniosamente: los textos deben ser breves, pues los espectadores van a “ver” las obras, el texto tiene que funcionar como la foto aunque esté concebido con otro material: la lengua escrita. Y también la propuesta es que los textos no repliquen lo que dice la foto, que no digan lo mismo, sino que posibiliten hacer otra lectura. O que la foto genere, por su parte, otra interpretación del texto. De modo que lo que buscamos es un diálogo entre la foto y el texto. Eso es un desafío y, en general, a los artistas los desafíos los incentivan, así que estas muestras siempre funcionan con gran participación y entusiasmo de los talleristas.
C.C: -La relación entre imágenes y palabras, como realidad cotidiana, es por cierto diversa, vertiginosa y fecundamente experimentada. Por otro lado, la posibilidad de un detenerse, y en desmedro de la espontaneidad -que puede darnos, por ejemplo, el piedrazo a un campanario, o la resuelta maldición-, transfiere, en la práctica de la escritura, una inusitada acción de síntesis en el decir lo que se siente. Pienso, en este sentido, que el trabajo de mis compañeros, junto a Patricia, es el compromiso sensible de las almas; es la evocación cabal de la belleza, de sus bellezas.
-¿Cómo se dio el proceso creativo y de armado?
P.R: -Es un trabajo largo que parte de la observación de las fotos; en este caso lo teníamos a Claudio para hacerle preguntas sobre cuestiones técnicas que también –en cierto modo- luego están presentes en la escritura (a veces como mimesis, a veces como contraste): qué punto de vista elije, qué recorte hace de la realidad que quiere mostrar, cómo usa el color, la distorsión, etc. Luego hicimos variadas lecturas de microrrelatos y poemas breves -que son dos géneros muy difíciles de escribir- y después seguimos con la etapa de escritura, con varias versiones, borradores, correcciones, hasta que los textos quedan lo más pulidos posible.
-¿Con qué criterio se seleccionaron los textos?
P.R: -Cada tallerista escribe muchos textos, a veces varios a partir de una misma foto, a veces uno para cada foto. Luego, entre todos, leemos y vamos haciendo -con la participación del grupo- la selección, en base a la calidad del texto, lo que éste sugiere, teniendo en cuenta cómo funciona en conjunto con la foto, qué nuevas interpretaciones genera, qué sorpresas. La participación de los talleristas es voluntaria, pero como es un trabajo interesante, todos escriben, y todos trabajan mucho para ofrecer la mejor producción.
Algunos de los textos
El Coloso, por Luisa Concatti
El Coloso se apresta para enfrentar a su enemigo. ¿Tendrá en sus brazos la potencia necesaria para vencerlo? No lo sabe. Y huye persiguiendo a su rival.
A René Lavand, Por Jorge Pedro
Si cada cuadrado fuera un naipe
y cada naipe un misterio
y una mano,
una sola mano,
enlenteciera el mundo
hasta lo inimaginable:
¿creerías que es ese hombre
que camina a tu lado?
Revelaciones, por Marta Piñeiro
Alguien por encima de la Humanidad
está llorando.
No ha resistido, tal vez,
mirarse en la laguna
como me he visto yo.
La loca, por Berta Stutz
No la vieron irse más allá de los cipreses.
A vos te quedó la nada
y el sonido lejano de su risa.
Tregua, por Mabel Labordiva
El colador cazó a los contendientes que se disputaban trozos de nada. La oferta de libertad fue hecha a cambio de que uno venciera al otro. Pero ambos se dieron cuenta de que funcionaban de a dos, y se negaron a moverse.
Exposición, por Cecilia Papini
Se acomodó como pudo a las pretensiones de los demás. Fue mímica de otros gestos, bosquejo de otras miradas. Mutó del rojo al violeta y no se encontró en ninguno de los colores. Hasta que, por fin, se apropió de su imagen y la expuso para que no tuvieran dudas.
Luces, por Belén Marquestau
En su mundo de fantasía y realidad se queda con el amparo que cree le da su cámara fotográfica. Quiere ocultar su sonrisa.
Ahora son todas luces que desea que no se apaguen. El camino estuvo lleno de obstáculos que pudo sortear, poco a poco, hasta llegar a este lugar lleno de alegría. Regalo que es un canto.
La niña, por Verónica González
Con vestido blanco y lazo rojo en su pelo pasaba tardes enteras mirándonos jugar. Nunca habló, nunca nos saludó. Sólo su sonrisa atravesaba cada tanto el portal de aquella casa.
La escena del crimen, por Rubén Specogna
Fue un estruendo como el de un trueno en noche de tormenta fugaz: estrepitoso y revelador. Su andar sigiloso sólo delató su presencia ante la víctima, la vista de la sombra escapando a la luz.
La última foto, por Mili Machado
Con la Kodak nueva le sacó una foto al perro de Luis, y después de que miró la imagen en el visor de la cámara y volvió la vista a la vereda, el perro había desaparecido. Sorprendido, enfocó entonces la moto de Raúl, tan ruidosa… y sucedió lo mismo. ¡Me robaron!, gritaba el vecino indignado.
Lo pensó mucho y comenzó a fotografiar las cosas que le molestaban. Las calles, la gente, los negocios, los automóviles, las casas. Caminando sin rumbo fijo llegó a la estación en un atardecer de abril. Miró hacia atrás y vio que ya no quedaba nada.
Con cierta nostalgia enfocó el sol amarillo, las vías muertas, los galpones, la vieja locomotora…
Después buscó un espejo.
Fragmentos, por Carolina Cordi
Hay un surco, una pared, una imagen desdoblada. La penumbra esconde un cuerpo, fragmento del pasado.
En la oscuridad, los fragmentos del hombre pueden multiplicarse. Bajo la luz, sólo son rastros de un recuerdo amarillo.