01 de Abril de 2014 | Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco | NARRATIVAS DIGITALES |
Lectura de TRASFONDO de Patricia Ratto |
Todo lo sólido se desvanece en el agua |
Por Silvia Araujo Para Hemingway, según su célebre “Teoría del iceberg”, un cuento es, apenas, la punta visible de una enorme masa sumergida. Es decir, un cuento siempre cuenta dos historias y “El efecto de sorpresa se produce – dice Piglia- cuando el final de la historia secreta aparece en la superficie”. Estas dos sentencias, promulgadas en torno al cuento, se cumplen cabalmente en Trasfondo, la novela breve de Patricia Ratto, quien en apenas ciento cuarenta páginas cuenta las vivencias de los tripulantes del submarino San Luis durante las ochocientas sesenta y cuatro horas que permanecen sumergidos en su misión a las islas Malvinas y también narra otra historia: la del narrador. Un narrador testigo que cuenta a partir de un monólogo interior y que, como el submarino, está allí y sin embargo pasa inadvertido para todos. Trasfondo es heredera dilecta de la mejor literatura sobre Malvinas; una síntesis de algo más de cien páginas en las que se conjugan mucho de Fogwill y algo de Patricio Pron. La filiación con esa precursora del género sobre Malvinas, que es Los pichiciegos, se evidencia ya en el libro que, por casualidad, encuentra el protagonista y que habla acerca de un “bicho” que vive bajo la tierra en su guarida. De la misma manera que en la novela de Fogwill, en la que los protagonistas están sustraídos de la guerra bajo tierra, aquí se encuentran bajo el mar en un clima claustrofóbico, de incertidumbre acerca del desarrollo del conflicto bélico, con frío y humedad constantes y racionamiento no sólo de la comida sino también del oxígeno que necesitan para respirar: “Como no podemos estar levantados cuando no es nuestro turno de guardia, sino que tenemos que permanecer acostados, para no cansarnos y para economizar oxígeno, ya no sabemos qué hacer en la cama” (Ratto, Patricia: 2012, 69) Si alguna vez creímos que la guerra era una sucesión constante de batallas, combates y escaramuzas con Von Clausewitz entendimos que la mayor parte de ella transcurre en la más absoluta inacción y con Los pichiciegos verificamos que son las largas esperas, los períodos muertos en los que no hay nada para hacer lo que, en realidad, abunda durante una contienda bélica. Así, esperar y escuchar son los dos verbos que marcan el ritmo narrativo de Trasfondo: “Esperar es la sola maldita cosa que podemos hacer (…) necesito estar ocupado, como todos, mientras transcurre la espera, ese tiempo en suspenso del vamos-a-ver-qué-pasa” mientras aguardan a “un enemigo que oímos pero nunca vemos” porque “aquí abajo escuchar es como ver” (Ratto, Patricia: 2012, 69-86) Mientras en la novela de Fogwill el tiempo se volvía elástico e incierto por la espera en la más absoluta oscuridad, en Trasfondo será la luz constante la que contribuya a ese clima de enrarecimiento en la percepción temporal: “Alguien dice que ya son las ocho de la noche, aunque acá siempre es de noche, o de día, o esa cosa incierta que no es ni de noche ni de día sino la luz artificial de los fluorescentes en este tubo cerrado” (Ratto, Patricia: 2012, 86) Sin embargo, si en Los pichiciegos los cuerpos eran excluidos de la guerra porque el objetivo básico era sobrevivir a ella en Trasfondo el camino es inverso, van al encuentro de la flota inglesa con el propósito de enfrentarla en combate. Y es justamente allí en donde se aprecia el dislate y el delirio de la logística militar argentina: “hay que ver si el buque da, si responde, después de todo la tripulación es nueva, muchos apenas nos conocemos, el comandante tampoco nos conoce a todos, ni el barco (…) Encima (…) un motor de los cuatro no funciona, tiene el block partido” (Ratto, Patricia: 2012, 16) El submarino ya parte con un motor roto, luego se rompe el radar, más adelante se deteriora la computadora: “Va a haber que efectuar los lanzamientos en base a cálculos manuales, como en la Segunda Guerra Mundial, a mano y un torpedo a la vez, en lugar de dos, o tres, y lanzar torpedos que nunca probamos además” (Ratto, Patricia: 2012, 45) Von Clausewitz decía que el azar era una pieza ineludible de la guerra porque no todos los movimientos del enemigo podían predecirse de antemano y los inconvenientes surgían a cada momento. En Trasfondo, en cambio, lo que se expone sobre la Guerra de Malvinas no son las eventualidades y contingencias propias de lo bélico, sino la falta de previsión, la inoperancia, la precariedad y la improvisación con que fue encarado el conflicto con Inglaterra. Es decir, la inutilidad de todas las guerras, pero de la de Malvinas en particular. Y es en este punto, quizás, en el que la novela de Ratto recuerda a Una puta mierda, pero sin la carga de disparate y comicidad que le imprime Patricio Pron, pero sí de la ingenuidad e inexperiencia que caracteriza a la tripulación que en el momento de lanzar el primer torpedo se pone discutir el nombre con el que van a bautizarlo o cuando emergen para hacer un arreglo al submarino: “El comandante decide que salgan dos hombres, y yo lo veo a Oliverio colocándose el overol naranja y me pregunto por qué enviar al hombre que conoce los tubos lanzatorpedos y los torpedos más que a sí mismo (…) Salir a la superficie y evitar que los aviones y los radares detecten al submarino, y a los hombres. ¡Evitar que los vean y los mandan vestidos de naranja!” (Ratto, Patricia: 2012, 60) En Trasfondo la guerra parece un chiste idiota y mal contado o un sueño horrible del cual no se despierta nunca, porque, en definitiva, eso fue la Guerra de Malvinas: “Quizá todos seamos personajes de una historieta ridícula” (Ratto, Patricia: 211, 22) dice el protagonista casi al final del relato. Ese protagonista, a su vez narrador, que encierra la gran incógnita del texto, porque cuenta paralelamente dos relatos: el de la guerra y otra historia, que recién saldrá a la superficie en la última carilla del libro –tal como reclamaba Piglia- y nos colocará ante la tentación de releer todo de vuelta. Y si cediendo a esa provocación lo hacemos, comprobamos no sin estupor, que todo estaba allí desde el comienzo en el epígrafe que inauguraba la novela. En Trasfondo todo está planeado estratégicamente y su táctica se juega en el terreno de la incertidumbre, en los intersticios entre lo que muestra y lo que oculta. O lo que elige esconder. Como en la guerra misma o, acaso, como en la mejor literatura. Ratto, Patricia: Trasfondo. Edit. Adriana Hidalgo. Bs. As. 2012 |