Pequeños hombres blancos
Año: 2006 | Editorial: Adriana Hidalgo Editora | 188 páginas
Reseña:
A José de San Martín, un desolado y ventoso pueblo chubutense, de
árboles flacos y casas chatas de colores horribles y sin jardines,
llega Gabriela para dictar matemática y ciencia. Cuando la joven entra
en contacto con los habitantes va descubriendo que un malestar
insospechado anida en ellos. Con lenguaje despojado y preciso, Patricia
Ratto, en su primera novela, plasma con justeza la difícil realidad que
se vivió en la Argentina en los años del Proceso Militar.
Una profesora, Gabriela, llega al pueblo chubutense de José de San
Martín para dictar matemáticas en un secundario. Poco a poco va
descubriendo que llega a un desierto en cuyo territorio las relaciones
humanas están poseídas por una aridez interior difícil de soportar, una
aspereza que maloculta una violencia individual y social casi siempre
al borde del estallido.
Son los años de la última dictadura militar,
pero Gabriela no es una militante, ni está en contacto directo con
aquella voluntad, ya ausente en esos territorios desolados de la
Patagonia; pero sobrevive el clima casi irrespirable, la forma de
rivalizar, la brusquedad, la competencia sin códigos.
Gabriela es
como la mayoría silenciosa a la cual pertenece. Es ingenua, viene de
otro pueblo, estuvo dedicada a sus estudios, carece de experiencia.
Alguien oscuramente informada.
Esto es casi una singularidad de
Pequeños hombres blancos: los años de plomo han sido narrados en
general en sus momentos extremos; pero la atmósfera de opresión y
terror abarcó de manera imprecisa a toda la sociedad y esta novela pone
en escena ese contacto diario y borroneado que agobiaba a todas las
personas por igual, con el brumoso y difuso sufrimiento de quienes no
fueron el blanco específico ni las víctimas directas.
Patricia Ratto
encuentra en su primera novela una manera de contar que pone al lector
en contacto con las circunstancias de su narración, casi sin
interferencias. Pequeños hombres blancos –una expresión mapuche– es una
novela de voces casuales que van tramando el relato con descripciones
de una fuerza poética inesperada y sencilla: una visión de ñandúes en
la lejanía, unos remolinos de tierra al viento, un zorro que cruza un
camino. O la magistral visión de un horror que se convierte en la clave
del libro, un horror inesperado y en cierto modo criminalmente trivial.
Jorge Di Paola